El presente documento fue escrito por el Cr. Alexei Yaquimenko, director de Estudio SVET (miembro uruguayo de Front Consulting International FCI).

La mayoría de las empresas en Uruguay son empresas familiares los números varían entre 80% hasta el 97%, pero lo cierto es que diferentes apellidos han caracterizado a alguna rama de la actividad, de hecho cuando SVET arrancó, el cartel que alzamos fue Estudio Yaquimenko. 

Orgullosamente y diría hasta un poco narcisista quise bañar a toda la familia con algo que nadie había hecho hasta ese momento. El placer de haber logrado algo que otros familiares no lo habían podido realizar, viajaba dentro de las hojas membretadas, los pies de cada correo electrónico y cada tarjeta de presentación.

Luego de un tiempo, mi tío me increpó por “haberle utilizado” su apellido, que también era mío, pero a él poco le importaba. Quiero confesar que me enojé, lo tildé de egoísta y hasta pensé que podría ser un poco de celos o envidia, pero en ese entonces entendí que es tan mío como de él o de mi hermana o de mi padre o de mis hijas y por ende bajé aquel cartel y nuevamente lleno de orgullo pusimos SVET (que significa “Mundo” en esloveno)

El 3 de julio de 2020 El País publicó una noticia de Pimentón, una empresa que ya va por la tercera generación y creciendo fuertemente, pero el periodista sin querer puso que era la segunda generación. Ese pequeño error de “olvidar” al fundador fue un problemón familiar que se saldó cuando en la versión digital se corrigió y trajo la paz familiar.

Creo que en Uruguay a todos nos enseñan que las empresas familiares tienen la secuencia del dicho  “el primero la funda, el segundo la hace crecer y el tercero la funde” pero nuestros datos nos reflejan que cada vez pasa menos. Hoy depende mucho de la persona que está al frente, la preparación que tenga y la experiencia que haya acumulado.

Pensemos que tenemos un hijo o hija que ya va cumpliendo su mayoría de edad. ¿En qué lugar de la organización la colocamos? Siempre me acuerdo de la frase de Sheik Rashid, fundador de Dubai “Mi abuelo andaba en camello, mi padre andaba en camello, yo ando en Mercedes, mi hijo anda en Land Rover, y mi nieto va a andar en Land Rover, pero mi bisnieto va a andar en camello. Una vida fácil no hace a los hombres, ni construye naciones. Los desafíos hacen a los hombres, y son estos hombres los que construyen naciones”

Siguiendo con la posibilidad de que un hijo llegue a la mayoría de edad, comienzan algunas cuestiones, como por ejemplo, el caso de que se vaya a otra empresa a trabajar. Sin embargo, la empresa familiar de la que fue parte durante mucho tiempo, le puede brindar contención, un mayor nivel de ingresos y como contrapartida ese hijo le puede proporcionar alto nivel de confianza y menor costo de controles asociados. Con todos estos ingredientes muchas veces, esos hijos arrancan desde una posición de jerarquía pero parece que la clave del éxito es al revés, haciendo carrera dentro de la organización familiar y preparándose para poder ejercer esa posición de jerarquía.

Lo que nunca está sobre la mesa es, la pregunta hacia el nuevo heredero de si realmente quiere heredar esa corona. Por ejemplo para Juan Carlos Abella que hoy posee una marca de más de 100 años (RODELU) y de la cual formó parte su padre, heredar la empresa familiar fue casi de improviso y sin querer, pero le significa un alto valor afectivo, que como aprendió la empresa desde chico, le brinda experiencia en el rubro pero pierde objetividad y si bien nadie le preguntó si quería tomar posesión de la empresa, ha pensado en algún momento ir a otra organización para despojarse de las preocupaciones que estaban en el local y en la casa.

Para Gastón Bonomo perteneciente a la tercera generación de la marca Pimentón es un orgullo y un desafío muy grande poder continuar con el legado de una empresa que creó su abuelo de cero, siendo un extranjero en Uruguay, que vino sin nada y sin conocimiento en el rubro. Gastón cree que trabajar en una empresa familiar significa tener un compromiso mucho más grande al momento de hacer las cosas y para transmitir la cultura organizacional a las personas que trabajan en su organización. Según Bonomo existe otra cercanía con los colaboradores y se vive un ambiente más familiar que en lo que podría ser una empresa multinacional. Dentro de lo que ve como algo que se hace complejo es el hecho de  alinear las expectativas y capacidades de cada miembro de la familia que trabaja en la empresa, donde a veces hay que sacrificar los intereses personales por el bien global de la compañía y encontrar el puesto óptimo para cada familiar que decida desarrollar su vida profesional en la empresa.

En el caso de Pimentón esa pérdida de objetividad de la cual mencionábamos con RODELU, parece no pasarle ya que siempre intentan trabajar con datos. Las decisiones se toman con mayor objetividad. A pesar de que igualmente se generan diferencias y muchas veces se contradicen puntos de vista, la mayoría de las veces pueden llegar a un camino en común debido a que ese camino está respaldado en información relevante para la toma de decisiones.

Según Bonomo en algún momento se le pasó por la cabeza ser parte de otra empresa, “Cuando recién estaba recibido pensé que lo mejor era adquirir experiencia en otro lugar antes de comenzar a trabajar en la empresa familiar. Por diferentes motivos y nuevos proyectos que estaban surgiendo no lo pude hacer, pero sigo pensando que es muy relevante poder aprender en otro ambiente de trabajo antes de comenzar a trabajar en una empresa familiar”.

Hace unos años una cliente que ha heredado la marca de sus padres vio frustrado su sueño de ser psicóloga para hacerse cargo de la marca familiar que además lleva su apellido. La mujer que en varias ocasiones increpó que nadie le había preguntado por la posibilidad de querer hacerse cargo de la marca familiar y que hoy de alguna manera le “iba agarrando el gustito” inclusive siente que “va ejerciendo” su profesión ya que utiliza a diario las herramientas que la carrera le brindó. Ella nos recordó el cuento llamado “Bienvenidos a Holanda” donde hace hincapié de lo lindo que puede ser llegar a otro destino diferente al que nos habíamos preparado.  

Emily Pearl Kinsgley en 1987, guionista de Barrio Sésamo y madre de un niño con Síndrome de Down escribió sobre lo que es recibir un niño con esa afectación y hoy se puede asimilar a cuando uno “recibe” o hereda una empresa familiar.

«Bienvenidos a Holanda»

Cuando vas a tener un bebé, es como planificar un maravilloso viaje de vacaciones a Italia. Compras un montón de guías de viaje y haces planes maravillosos: el Coliseo, el David de Miguel Ángel, las góndolas de Venecia… Incluso aprendes algunas frases útiles en italiano. Todo es muy emocionante.

Después de meses esperando con ilusión, por fin llega el día. Haces tus maletas y sales de viaje. Algunas horas más tarde, el avión aterriza. La azafata viene y te dice:

  • Bienvenido a Holanda
  • ¿Holanda?- dices-. ¿Qué quiere usted decir con Holanda? ¡Yo contraté un viaje a Italia! ¡Tendría que estar en Italia! ¡Toda mi vida he soñado con ir a Italia!

Pero ha habido un cambio en el plan de vuelo. Han aterrizado en Holanda y tienes que quedarte allí. Lo más importante es que no te han llevado a un sitio horrible, desagradable, lleno de malos olores, hambre y enfermedades. Solo es un sitio diferente.

Por lo tanto, tienes que salir y comprarte nuevas guías de viaje. Y debes aprender un idioma completamente nuevo. Y conocerás a todo un grupo de gente nueva que no hubieras conocido nunca. Es simplemente un lugar distinto. Es más tranquilo que Italia, menos excitante que Italia. Pero después de haber pasado un cierto tiempo allí y de recobrar el aliento, miras a tu alrededor… y empiezas a darte cuenta de que Holanda tiene molinos de viento… Holanda tiene tulipanes. Holanda tiene incluso Rembrandts.

Pero todo el mundo que conoces está muy ocupada yendo y viniendo de Italia… y todos están presumiendo de lo bien que se lo han pasado allí. Y durante el resto de tu vida, te dirás a ti mismo:

Sí, allí es donde yo debería haber ido. Eso es lo que había planeado.

Y ese dolor no desaparecerá nunca, porque la pérdida de ese sueño es una pérdida muy muy significativa. Pero… si malgastas tu vida lamentando no haber ido a Italia, nunca podrás ser libre para disfrutar de lo especial y de las cosas maravillosas que te ofrece Holanda.