El pasado domingo terminó el mundial de Qatar, un mundial que para los que somos uruguayos tuvo gusto a decepción ya que no pudimos pasar de la primera fase y atrás quedaron los penales que no nos cobraron o las pelotas que pegaron en el palo o un posible mal planteamiento de tal o cual partido.
Treinta y dos selecciones juntas en un país millonario, con una cultura diferente a la que se vive por estas latitudes jugaron 64 partidos de futbol para que Argentina, un país golpeado por la inestabilidad política y económica, sumergido en corrupción salga campeona y un guerrero donde pesaba una mochila muy pesada lograra unir a todos sin distinción política, clase social, economía, fanático de tal o cual cuadro ni religión.
Por suerte tengo mi cuñado, tíos, primos, clientes y amigos donde el vínculo y la relación entre las dos orillas es muy estrecha y sé que no son “todos iguales”, que gente trabajadora quiere un futuro mejor con honestidad y con mucho sacrificio.
Pero hoy quiero escribir estas líneas por los que no llegaron, porque la realidad es muy injusta y tiene varias aristas que no vemos, la gloria eterna, el papelito picado, el desafío logrado y muchas veces el éxito tiene el marketing que se merece pero por ser tan extraordinario como casi único. El trabajo diario, arduo, el sacrificio no tiene prensa porque es más de la cotidianeidad.
Primero quiero arrancar con que se pierde más de lo que se gana, es decir. De hecho hay 211 selecciones de fútbol que disputan más de 1000 partidos de fútbol en un entorno de cuatro años para poder llegar a ser parte del grupo de las 32 selecciones que por mérito lleguen a disputar un trofeo preciado. Capaz que muchos me dirán que las otras selecciones que quedan por el camino no son buenas jugando al futbol pero tenemos glorias del futbol mundial como puede ser Italia que quedó sin la fiesta mundialista.
¿Imaginen todos los que perdieron solamente intentando llegar a ese grupo selecto? Siempre se pierde más de que se gana, siempre es más lo que se pierde y mucho más el que se levanta luego de perder.
Pero sigamos, para ser campeones del mundo no hay que ganarle a las otras 31 selecciones, sino que hay que ganar solo 7 partidos y si se pierde alguno (depende en qué etapa) se puede salir campeón. Ninguna de las 8 selecciones que salieron primeras en la fase de grupo ganaron los 3 partidos seguidos, por ende estamos hablando de que perder también existe, perder es parte nuestro día a día. Así que si es por eso, Argentina fue un claro ejemplo de resiliencia.
En mi caso personal he perdido mucho, día tras día, se gana pero también se pierde, me caigo pero trato de levantarme más rápido. Es verdad que hace un poco más de un año salió parte de mi historia escrita en diario El País donde no me ha sido fácil pero hoy trabajamos con un equipo mancomunado para ser el líder de franquicias en Uruguay (y no lo digo con soberbia, sino que lo hago notar por aquello del marketing de la gloria). Me ha ido mal, hace unos años he emprendido, he perdido mucho dinero, me he equivocado con decisiones que pensé que eran espectaculares y me han sorprendido opciones que no tenía en mi palestra de pintor de mi futuro. Yo, no tengo un equipo de renombre, no tengo el mejor golero del mundo, ni a la estrella que los paparazzis buscan, pero te puedo asegurar que tengo al mejor equipo que ataja todos los problemas de nuestros clientes, que juegan en todas las canchas y que golean con cada acción.
No llegué a ganar nunca una final del mundo de nada, pero seguro es porque ya perdí, porque si no llegas a la gloria, el marketing te dice que eres de los otros, de los que perdieron. Argentina en 2014 fue de los otros, inclusive llegando a una final, de los que perdieron pero también de los que supieron salir adelante.
Quiero dejarte en claro que si no ganaste una final, la final que te propusiste, eres de los otros, que perder no es malo, que no todos ocuparán diarios, revistas ni serán tendencia en redes, sino que perder es parte de nosotros. Intentalo, no le tengas miedo, que de tanto perder vas a ver que te sentís un ganador, porque cuando te des cuenta, que con tus herramientas llegaste donde casi nadie llega, lograste cosas importantes, te sentirás un triunfador o preguntemos a la selección de Marruecos si no se sienten verdaderos ganadores. Ellos ganaron un mundial, ellos recuerdan cada gol y recuerdan que eran la selección que menos goles recibió.
Hablemos de la estrella que “se lo merecía” como me dicen muchos amigos argentinos. Messi un jugador galáctico que ya era excelente jugador sin la Copa América, sin haber ganado la Copa del Mundo, perdió más de una vez, lo que lo hacía merecedor del máximo galardón, pero el público y principalmente su país le exigía mucho más. Exigencia que muchas veces no se la piden (por el contrario los defienden) a sus políticos. Políticos que no guían para meter una pelota dentro de un arco de siete metros de ancho, sino que manejan las riendas de un país, cada plato de comida, dignidad y derechos de las personas, salud, cultura, seguridad y que guían también por desarrollar las oportunidades de trabajo o crear el entorno para que cada emprendimiento empresarial, personal o familiar florezca.
Sin entrarme en temas políticos, la vida puede no recompensarte porque lo merezcas, siguiendo con el futbol Luka Modric es un jugador de fútbol de la selección de Croacia que de niño le ganó a la guerra , inclusive cuando en una guerra nadie gana, o que perdió el día que le ejecutaron a su abuelo frente a él, pero además, futbolísticamente hablando, llevó en dos ocasiones a su nación al podio del fútbol mundial (Rusia 2018 y Qatar 2022) y la pregunta que me hago es ¿él no se lo merecía? Obvio que sí, pero la meritocracia no es el formato con el que se llega a los logros.
No voy a descubrir a Robert Lewandowski , extraordinario jugador polaco que tuvo apenas dos posibilidades de ir al mundial y en este de Qatar convirtió su primer gol, ese gol lo llenó de lágrimas y festejó llorando con sus compañeros y otra vez me pregunto ¿Cuántas pérdidas tuvo en esas lágrimas?
Es por ello que quiero que entiendas que la gloria no siempre es gracias a la meritocracia. Cada uno de nosotros nos levantamos para forjar un futuro mejor para los que nos rodean, estudiamos, trabajamos 23 horas por día, incluso personas que hacen hasta lo imposible con las herramientas que tienen y casi sin energías siguen adelante porque hay un propósito, un hijo, una meta.
Además te hablo en primera persona, muchas veces vas perdiendo o has perdido y siempre tenés que levantarte, que no estás solo, que siempre encontramos una palabra amiga, que no todo está perdido inclusive cuando perdiste. Que las páginas de la gloria eterna es para muy pocas personas y las páginas de la gloria es para algunos, muy pocos y que esa gloria es muy efímera que muchas veces pasa al olvido. No creas que el mérito es parte del camino, el mérito es una justificación de la injusticia que sentimos por no creernos ganadores, yo soy ganador cada día por tener un plato de comida y una ducha caliente, soy ganador de mi propia final del mundo. Animate a jugarte el todo por ese partido diario y si perdes, perdiste, pero robate una sonrisa sabiendo de que estuviste en cancha jugando ese gran partido.
Es tu mundial, eres uno de los pocos elegidos para ponerte la camiseta y jugar el partido, más allá de que lo termines ganando o perdiendo, de forma merecida o inmercerida.
* El presente documento fue escrito por el Cr. Alexei Yaquimenko, director de Estudio SVET (miembro uruguayo de Front Consulting International FCI).
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