Recientemente vimos cómo se hizo viral una noticia que se hizo pública a través de un Tweet de la Cía. eléctrica sobre el retiro de un medidor con conexión clandestina (el robo de energía es un delito penado por ley) a un local de una marca que lleva el nombre de una mediática cocinera y pastelera, generando una serie de críticas de todo tipo
Resultó ser que el local en cuestión era una franquicia de la marca.
La primera enseñanza que nos deja este acontecimiento es que la empresa de servicios eléctricos que escrachó a la marca, no creo que hayan sabido si se trataba de un local propio o de una franquicia. Así como cualquiera de nosotros, cuando vamos a comer una hamburguesa no preguntamos si ¿este local es una franquicia? Simplemente consumimos por el posicionamiento marcario que ella tiene. Y está bien, así debe de ser cuando se trata replicar un negocio utilizando el sistema de franquicias.
El segundo tema es analizar las palabras utilizadas por la titular de la marca en su defensa, al decir “yo no soy la dueña, ese local es una franquicia” como si se tratara de un paria de la marca en un claro acto por tratar de demostrar su inculpabilidad. Más aun cuando manifiesta “no tengo nada que ver”. El franquiciante tiene mucho que ver, es tanto o más responsable que el propio franquiciado cuando ocurren estas cosas.
Quien haya desarrollado profesionalmente su franquicia, sabe que estas cosas pueden pasar y que hay muchas situaciones similares que pueden ocurrir, de hecho, cuando hablamos de las desventajas de la franquicia para los franquiciantes, se mencionan el posible desprestigio de marca que puede ocasionar el mal desempeño de un franquiciado. De ahí, que los que nos especializamos en el desarrollo de franquicias, advertimos que el control de la red es un elemento tan importante como la asistencia a los franquiciados, he insistimos en llevarlo a la práctica de manera constante, aun cuando los franquiciados se quejen.
Debo afirmar que “control” no es una mala palabra en una red de franquicias, como muchos franquiciados lo interpretan, sino que es una obligación que deben exigir a sus franquiciantes, no solo para cuidar la marca, sino también para cuidar que el erróneo desempeño de un franquiciado, no afecte a todos los demás integrantes de la cadena.
Una mirada positiva de lo ocurrido es que este asunto sirve de ejemplo para tomar conciencia de la importancia del control. Muchas veces el mismo no se lleva a cabo por falta de recursos (alegan que las regalías no cubren los gastos de las auditorias y revisiones periódicas) o que, como consecuencia de la baja rentabilidad de los franquciados, no quieren presionar a los mismos con los controles, produciendo en ellos un malestar aún mayor.
Queda demostrado que el gasto de controlar es infinitamente menor al monto que pudieran perder como consecuencia de un desprestigio de marca como el caso en cuestión.
Cr. Carlos Canudas Director de Estudio Canudas y Presidente de Front Consulting International
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